Por Juan Carlos Hurtado Ochoa
Un concejal me preguntó por
estos días: “Juan Carlos. ¿De los 17 cupos para Cámara cómo crees que estará la
participación de los equipos?”
Acto seguido sacó una hoja
de cuaderno y con lapicero comenzó a armar un esquema. Su esquema, porque en
política como en el fútbol todos creen tener la razón. Lo más chistoso es que
los líderes políticos piensan que los periodistas tenemos la bolita mágica para
saber quiénes llegarán y quiénes se ahogarán en la próxima contienda.
Si eso fuera tan fácil de
predecir hoy varios diputados y concejales fueran otros, de acuerdo con
cálculos, encuestas y tradición electoral.
Cuando uno responde que no
está seguro, el político mira con desdén
y hasta cuestiona que es el colmo que un periodista que cubre política no tenga
claro el panorama.
Uno sí tiene claro parte del
panorama, pero sería irresponsable decir que todos llegan o que todos se
ahogan. Todos los candidatos quieren que uno les diga que van a ganar. Para
cámara sólo hay 17 cupos frente a decenas de aspirantes.
Siguiendo con el concejal.
Empezamos a escribir en la hoja de cuaderno que cuatro serían de la U, tres Uribe Centro, cuatro conservadores,
cuatro liberales, uno de Cambio Radical,
y otro que estaría entre la ASI, Polo o Mira.
Pintar las cosas así resulta
fácil. Sin embargo, hay muchos factores que inciden a la hora de votar. Las costumbres han
cambiado. Las personas son más juiciosas a la hora de escoger. El voto de
opinión ha tomado mucha fuerza en Antioquia. De ahí que haya candidatos de
otras zonas del país con sedes en
nuestra región.
Las maquinarias electorales
también están a la orden del día. Nos cuentan que en el Urabá y Bajo Cauca la
senadora de Córdoba Arleth Casado viene trabajando muy duro. Ella y su esposo Juan Manuel López Cabrales eran
los más fuertes en su departamento y ante los cambios de cultura política en
esa región ellos trasladaron la maquinaria a las subregiones de Antioquia donde
son bien recibidos ante el abandono de los gobiernos.
Ellos saben cómo hacer
política. Tienen una jugosa chequera y no escatiman esfuerzos para gastar sin
miseria. Se dice que una campaña al Senado en Córdoba puede costar más de 5 mil
millones de pesos perfectamente.
En el Atlántico la cifra
supera los 8 mil millones de pesos. En esta zona Uribe Centro Democrático ha
perdido fuerza porque los grandes caciques tienen dinero, poder, mermelada,
burocracia, y cuando los de UCD llegan a los pueblos sólo ofrecen ideas y eso a la población
parece no gustarle.
Nos contaron por ejemplo que
en una reunión realizada por el senador Armando Benedetti en Barranquilla el 23 de diciembre había
varios jóvenes de UCD indecisos de si quedarse con la gente del Centro de
Pensamiento de Uribe o trabajar de lleno en la U.
Es que no todo puede ser
idealismo. Escuché decir a uno de los muchachos que sabe que una campaña
necesita también dinero, logística y
otra serie de cosas que no se soportan solo con planteamientos de cambio.
El próximo 9 de marzo los
colombianos estaremos presenciando una contienda atípica. Sabremos qué pasará
con los partidos tradicionales, con las nuevas propuestas. De ahí se sabrá cómo
quedará el panorama para las presidenciales.
La hojita de cuaderno que
sacó el concejal y que sacan todos los que quieren leer el mapa político, se
quedará corta. Las costumbres han cambiado en algunos aspectos.
Hay más de uno arrepentido
por estos días. Faltan pocos meses. La contienda está que arde. Después de las
fiestas se medirán las fuerzas con todo furor.
La decisión reciente del diputado Rodrigo
Mendoza Vega, quien volvió a su hogar de lo que se conocía como Colombia
Democrática de Mario Uribe y William Vélez es una señal directa, contundente.
Abandonó a un líder en crecimiento como el senador Germán Hoyos Giraldo.
Mendoza Vega nos contó que
era muy complejo vender el nombre de León Darío Ramírez en el Oriente cercano y
prefirió entonces abandonar las toldas de Hoyos Giraldo.

La estrategia pasa hasta por
quienes están jugando al mismo tiempo en
la U, Partido Conservador y UCD. Claro que sí, hay líderes de manera solapada
midiendo temperatura y vendiéndose al mejor postor.

Ese comentario me dejó
pensando sobre si todavía hay quienes venden su independencia por 60 mil pesos
a sabiendas de que esa suma resuelve el problema por un día o dos, ¿pero
después qué?
También me llamó un colega
de Envigado para contarme que hay líderes que manejan ciertas tarifas para
apoyar campañas al Congreso que van desde
un case de 200 millones de pesos. Esa estrategia es más segura porque el
líder debe responder por determinado número de votos.
Yo espero que esa costumbre realmente esté cambiando,
porque una forma de violencia es la corrupción y la falta de oportunidades,
porque si uno permite que lo compren con 60 mil pesos no tiene derecho a
quejarse después de la desigualdad.
EL MACONDO QUE CONOCÍ
Su secreto es simplemente el
ambiente en el que viven. Las situaciones que los rodean. Vivir cerca al mar es suficiente para que la mente vuele.
Cuando viví en Córdoba
escribí muchas historias, pero hubo una que me parecía mentira. En Lorica,
municipio a 50 kilómetros de Montería, donde hay una alta presencia de raza
árabe (Manzur, Char, Abdala, Jattin y otros) me informaron que un hombre de 63
años había sido mordido por una culebra.
En principio no vi nada de
espectacular. Cualquiera puede sufrir un impase de esa naturaleza. Sin embargo,
la mordida había sido en el pene cuando el campesino estaba realizando una necesidad
fisiológica porque hay lugares donde no hay baños. El baño es el monte.
El señor fue trasladado al hospital
de la localidad. Decidí contar la historia en el periódico EL MERIDIANO de
Córdoba. La edición pronto se agotó y periodistas de todo el país llegaron a
Montería para conocer más detalles de ese hombre que no murió después de lo
ocurrido. Agencias internacionales dieron a conocer la noticia con gran
despliegue.
Muy pronto el campesino se
convirtió en héroe macondiano y las exageraciones no se hicieron esperar.
Se dijo por ejemplo que después de la
mordida ahora era más vigoroso. Que la
serpiente le dio fuerzas que antes no tenía.
No sé si este hombre aún
vive, porque la crónica la escribí hace más de 13 años. Hoy es un mito lleno de
nuevos ingredientes. Ese es parte del
Macondo que conocí, así como la historia que les narraré en la próxima edición.
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